Siempre nos han dicho que tomar cerveza y hacer dieta no van de la mano, pero la realidad no es tan cruel, salvo que se consuma en cantidades excesivas.
Un estudio que se realizó en europa, más específicamente en España, durante diez semanas se tomaron 72 personas a las que se las dividió en dos grupos. El primero debía hacer ejercicio y decidir si tomaba cerveza o no y el otro no debería hacer ejercicio y tomar cerveza. Los resultado son increíbles.
A los del primer grupo que decidieron tomar alcohol se les dio una cerveza con 5,4% grados de alcohol y los que no querían cerveza, tomaron agua con gas. Los que optaron por hacer ejercicio y tomar alcohol, acompañaron sus almuerzos o cenas con esta bebida, que normalmente fueron los hombres, y en el caso de las mujeres solo tomaron un vaso a la cena. El ejercicio lo realizaron 2 veces a la semana con una duración entre 40 y 65 minutos.
Después de las diez semanas, los investigadores tuvieron en cuenta la masa corporal, las medidas de la cintura y la cadera, la densidad ósea y la grasa abdominal.
Los resultados que arrojó el estudio sorprendió a más de uno ya que ninguno de los dos grupos sufrió cambios negativos en su cuerpo, incluso los que decidieron beber alcohol perdieron grasa y aumentaron su masa muscular.
Los investigadores dijeron: "Los cambios en la composición corporal tienen lugar con la mejora de los patrones dietéticos y una rutina de ejercicios. El alcohol puede ser parte de un patrón dietético saludable, pero debe estar dentro de las necesidades calóricas totales de cada persona. Muchas veces, cuando las personas consumen alcohol, con o sin ejercicio, y no tienen en cuenta las calorías adicionales, producen un aumento de peso que trae efectos negativos en la composición general del cuerpo".
